23 de noviembre de 2009

La vida en el campo con John Seymour


En su manual de la 'autosuficiencia' John Seymour nos transmite tota su pasión, experiencia y decidida ilusión para que también nosotros podamos 'aprender' paso a paso las labores que han de llevarse a cabo en una pequeña explotación agrícola. Desde el cultivo de la tierra hasta el cuidado del ganado, pasando por la elaboración de conservas, la manufactura de las herramientas del campo, la poda de árboles frutales... o también la elaboración de quesos y yogures, o el cuidado de un panel de abejas para la obtención de cera y miel.

Basándose, por una parte, en la perspectiva de que la industria moderna de alimentos ofrece alienación personal y además supone un peligro considerable para la vida natural y el medio ambiente, y por otro lado que las labores del campo demandan esfuerzo pero a su vez brindan satisfacción por los resultados obtenidos, el autor de este libro decidió 'predicar con el ejemplo' y establecerse en una pequeña granja en Inglaterra. Allí llevó a cabo una recuperación de las labores tradicionales de la vida en el campo, y después de ello y sin solución de continuidad, se lanzó a la divulgación de este ancestral oficio: escribiendo libros, realizando programas y entrevistas en la BBC o impartiendo formación en su propia finca.

El libro se abre con un canto a las virtudes de la 'autosuficiencia': la satisfacción personal por realizar un trabajo con las propias manos para obtener alimentos, así un punto de interrogación por el sendero que ha emprendido el mundo moderno al mecanizar, industrializar y llenar de abonos químicos la vida en el campo. Las tres 'grandes secciones' del libro son: 1) Edificación, mantenimiento y gestión de una explotación agraria de tamaño familiar; 2) La labor de preparación, abonado, siembra, cultivo y cosecha de los campos -incluido el huerto familiar y la poda de los árboles frutales; y 3) El cuidado de los animales de establo y corral: gallinas, vacas, cabras, ovejas, conejos... su alimentación, reproducción, obtención de leche y preparación de productos derivados...

Pero como John Seymour era un 'hombre para todo', en este libro sintió la necesidad de explicarnos mil y una cosas más: consideraciones sobre la caza, los frutos secos, recetas para elaborar comidas a partir de los productos cosechados, la obtención de energía eólica o solar, la elaboración de cerveza, mermeladas, la cestería, la alfarería, el curtido de la piel, o incluso la elaboración de ladrillos y tejas! En definitiva: todo un manual de supervivencia.

A Seymour se le ha acusado de ser un romántico que propone un retorno idealista a la vida en el campo. Algo de cierto hay en ello, pues muchos soñadores (así como personas 'apocalípticas') han apreciado sus libros como un valioso tesoro para imaginar el día en que tendrán la oportunidad de tener un trozo de tierra para cuidar y cultivar (o como un manual para tiempos de supervivencia). Pero también es cierto que muchas personas utilizan estos libros como una valiosa fuente de información para dar sus primeros y segundos pasos en el cultivo de un huerto. Y para mostrar que Seymour no era sólo un radical, aquí van un par de extractos del prólogo del libro:

«El autoabastecimiento no está reservado a quienes posean en el campo una hectárea de tierra. El morador de un piso urbano que aprende a arreglarse los zapatos se está volviendo, hasta cierto punto, autosuficiente: no sólo ahorra dinero, sino que acrecienta su satisfacción personal y su dignidad.»

«... He conocido a una mujer que cultivaba los tomates más hermosos que he visto jamás en un macetero, en el decimosegundo piso de una torre de apartamentos. A esa altura no les afectaban las plagas.»

Con todo, uno de los mayores encantos del libro son los innumerables dibujos que sazonan todos sus páginas. Por lo demás, lo expuesto por el autor es fruto de su propia experiencia, por lo que el libro está escrito con conocimiento de causa. Y, además, su lectura resulta de lo más amena: al igual que el libro Plantas medicinales de Font Quer, si lo abrimos aleatoriamente por alguna de sus páginas siempre hallaremos cosas interesantes que aprender.

22 de noviembre de 2009

Mejor que ir descalzos por el parque





Cuántas veces he ido en hora temprana a los jardines:
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.
¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!
Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes,
mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.


Ibn Hafs al-Yaziri, poeta andalusí del siglo XI.